Estuve en Roma, Italia, invitado por asuntos artísticos, y
que coincidieron con las dos últimas semanas del mundial del futbol del 90, y
aunque no pude acceder a ningún partido porque los boletos en reventa estaban
casi a U$800 el más barato, viví el ambiente y la energía de un país y/o una
ciudad sede de tal acontecimiento. Es realmente impresionante.
Mi primer mundial del que tengo conciencia fue México 86 y
la imagen que predomina en mi repriss de toda esa jornada, es el gol de tijera
del mexicano Negrete ante Bulgaria, el cual sigue catalogado como uno de los
mejores diez goles en la historia de las copas. Ese fue el mundial de
Argentina, del gran Maradona, Pumpido, Batista, Rugery, Burruchaga, Baldano,
Giusti y del director técnico Carlos Bilardo.
Y quien me iba decir que cuatro años más tarde estaría
viendo la final de la copa 1990 entre los dos mismos finalistas del 86,
Alemania-Argentina, aunque por televisión, pero relativamente muy cercano al
estadio Olímpico de Roma aquella noche de julio de 1990, donde los europeos con
un 1-0 le agregaban la tercer estrella a su escudo. Ese no fue el mundial de
Maradona, lleno de lesiones y escaso de la magia que había exhibido en México,
pero si fue el mundial de Franz Beckenbauer, quien se convertiría en la primera
persona en ganar copa del mundo como jugador (1974) y como entrenador (1990).
Padecí entonces de los festejos de los fanáticos alemanes y
europeos durante toda la madrugada, hay que recordar que Argentina había
eliminado a Italia en penales en ciudad de Nápoles, en un partido donde el
árbitro dio un tiempo complementario record porque se le había olvidado mirar
el reloj.
Varias copas han pasado y en nuestros países, principalmente
en el mío, el segundo más pobre de Latinoamérica, también se vive la copa a
pesar de los pesares y sin tener una representación directa hay excesos. Muchos
le van a Brasil en el futbol, así como muchos le van a los Yankees en el beis.
Por ser equipos clásicos y con historial de campeones. También en el futbol
existe el fenómeno camaleónico, no hay que asustarse.
Así es que inicia la fiesta, el negocio, la mafia, el
nacionalismo, el sueño, la ilusión, la decepción, la alegría, el guaro, el
fanatismo, el disfrute, los infartos, los vivas y los disque vivos que ya
tienen constancia para no llegar al trabajo, osea, se acercan los despidos, la
pasión, los amuletos, ritos, rezos, santos y santeros, el patriotismo de los
que no hacen nada, el orgullo, el coraje, la lija con boca de pájaro, los
gastos, la caipiriña, los buenos y malos resultados, el goce de un gran trabajo,
las malas decisiones, orden, desorden, el rigio de los majes que mañana compran
balón, el incremento en las cuentas de muy pocos, la corrupción de la FIFA y
sus aliados, el pitazo, la adrenalina, la música, las atajadas, la samba, el
turismo, la copa, la televisión, las televisoras, las tragedias, el
"hubiera", el penal bien y mal cantado, los derechos de transmisión,
los besos, los rompimientos de tendón, las pifias, las banderas, la moda, la
táctica, el figureo, las buenas jugadas, los comentarios, los análisis de los
que no saben, la magia para desaparecer del trabajo en las tardes, los
arrepentidos, las deudas en la pulpería, los discursos y las justificaciones,
el ron sin limón porque está muy caro, el sudar la calentura y la camisa ajena,
el llanto, los abrazos, las gomas, los tambores, nuevos romances, billetes, los
malos hábitos, apuestas, empeños, felicidad, el talento, las maravillas del
juego, las camisas de todos los colores.........y quien levantará la copa?
Luis Pastor González Vega
12 Junio 2014
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